¿Y si se simplifica el sistema de escritura del español?
Las faltas de ortografía se atribuyen generalmente a la ignorancia de la gente, pero en realidad vienen de características propias del mismo idioma y de su sistema de escritura —como la ambigüedad—. ¿Por qué no modificar el sistema entonces?

Caricatura 1. Las letras A, B y D se despiden de letras inútiles como la C y la Z, que van a coger un bus para La Porra.
Esto dice Manuel Seco sobre la ortografía en su «Gramática Esencial de la Lengua Española»:
De todas estas ausencias de acoplamiento entre los fonemas que decimos y las letras que escribimos nacen los errores de escritura que se llaman faltas de ortografía.
Por ejemplo, en el español americano, al escribir palabras como «posición» o «decisión», es común que la gente pregunte que cómo se escriben. Claro, porque la S y la C, en ambas palabras, se pronuncian de la misma forma, pero el sistema de escritura del español actual le da a unas letras un rol que ya está cubierto por otras, lo que da lugar a esta confusión. En un sistema de escritura regular, solamente una letra representaría el sonido /s/, lo que le facilitaría la vida al escritor. Por ejemplo: posisión, desisión.
Es decir, las faltas de ortografía en el español actual no son culpa de la gente realmente sino del idioma y sus herramientas. En el caso de arriba, es culpa del sistema de escritura. Sin embargo, cuando una persona comete un error, los que sí recuerdan cómo se escriben las palabras atribuyen el error a la ignorancia de la persona (si esta apenas está aprendiendo) o a su «brutalidad» (si uno sabe que la persona es hablante nativa y ya pasó por el colegio, universidad, etc.) —muchos dirían «Este sí es muy bruto, ¿no?»—.
Hagamos el ejercicio de imaginar un sistema de escritura modificado para reducir faltas de ortografía, a ver qué sale...
Alfabeto simplificado
El alfabeto actual del español tiene 27 letras:
A B C D E F G H I J K L M N Ñ O P Q R S T U V W X Y Z
Hay varias que tienen un solo papel. Es decir, representan un solo sonido. Pero hay otras que no. Estas últimas son las que hay que quitar o cambiar.
Yo, por ejemplo, reduciría el alfabeto a 20 letras como sigue:
A B D E F G I J K L M N O P R S T U X Y
La C se va porque hace un trabajo mixto y redundante que ya está cubierto por la K y la S.
La G cambia. En este sistema solamente suena como en GÁTO. O sea que las combinaciones GUE y GUI simplemente se escriben GE y GI. La diéresis se hace innecesaria. O sea que GÜE se escribe GUE. Su otro uso, que duplicaba el de la jota, desaparece. Es decir, palabras como «germinar» y «girasol» se escriben «jerminar» y «jirasol».
La H se va porque ni siquiera representa un sonido: es muda.
La Ñ se va. Su sonido se reemplaza con la combinación NI, que es muy similar. Por ejemplo: ESPANIOL. Aunque este cambio no es para evitar faltas ortográficas sino para ahorrarnos una letra en el alfabeto y ahorrarle a los extranjeros la configuración de una distribución de teclado nueva para incluir la Ñ, porque este alfabeto simplificado es un subconjunto del esquema ASCII, que está disponible predeterminadamente en casi todos los computadores, móviles o no.
La Q se va. La K ya hace su trabajo.
La V se va. La diferencia entre B y V es imperceptible en el habla. Además, mucha gente pronuncia la V articulando de la misma forma que para B.
La W se va. La U ya hace su trabajo.
La X cambia. Pierde su pronunciación porque la combinación de K y S suena igual. Ahora suena como la CH. Es decir, ya no se escribe «muchacha» sino «muxaxa».
La Y cambia. Solamente suena como en YOYO. Además hace innecesario el uso de la LL.
La Z se va. La S ya hace su trabajo (solamente en España esto no se aplica).
Indicación del acento
Actualmente hay cuatro reglas en el español, además de varias excepciones, para determinar si una palabra se tilda o no.
Yo me sentiría tentado a indicar gráficamente el acento de todas las palabras, excepto las monosílabas. Por ejemplo: PAPÁ, PÁPA, TELÉFONO, SAPÁTO, RELÓJ. Solamente existiría una excepción y es que algunas monosílabas se seguirían usando como en la escritura actual del español para evitar ambigüedad. Por ejemplo: EL es artículo y ÉL es pronombre.
Marcar gráficamente el acento permitiría al lector saber claramente cómo se acentúan las palabras sin recurrir a la memoria —muy útil para extranjeros que aprenden el idioma—. Pero para el escritor sería un problema tener que usar la tilde continuamente.
Tal vez sería mejor hacer lo contrario y dejar una sola regla:
- La tilde no se usa sino para evitar confusión.
Por ejemplo:
- KOMO es adverbio de modo y KÓMO adverbio de modo interrogativo.
- PÚBLIKA es adjetivo, PUBLÍKA es presente del verbo publikar y PUBLIKÁ es el imperativo del mismo verbo en el voseo.
Transición
Pero, ¿cómo pasaría la gente de usar el sistema actual a uno nuevo? Yo no sé, hay que pensar.
Los cambios formales en el idioma se dan muy lentamente, toman hasta siglos. Pero los cambios informales se dan más fácilmente, por lustros o menos. Es decir, estos cambios los debe introducir la gente, no las academias de la lengua. Lo que realmente sea útil va a permanecer naturalmente; lo que no, se va naturalmente. Partiendo de eso, las academias de la lengua descriptivas pueden documentar formalmente los cambios en el idioma, y las academias prescriptivas se pueden morder los codos.
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